

Cogimos el vuelo con EasyJet ya que nos salió bien de precio pese a haberlo reservado con poco tiempo de antelación.
En cuanto al alojamiento, estuvimos en un albergue juvenil, habitación para nosotros solos y desayuno incluido, y lo más importante, barato. Ya no necesitábamos más, el 18 de junio pisaríamos suelo lisboeta.
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Recién llegados |

Bajamos del avión en... la pista, en "Lisboaaaaaaaaa" y tuvimos que coger un autobús que nos llevó a la terminal del aeropuerto. Sólo decir de este trayecto que estábamos deseando llegar a un baño para lavarnos las manos de lo pegajosas que estaban las barras para agarrarse ...
El Aeropuerto Internacional de Lisboa, llamado también de Portela se localiza a solo 7 kilómetros del centro de la ciudad y es uno de los mayores aeropuertos del sur del continente europeo y el más grande de Portugal. Tiene muy buena comunicación, ya sea en autobús o en metro, con el centro. Nosotros hasta el albergue (Picoas) tardaríamos unos 20 minutos, no más.
Bueno, antes de montarnos en el metro, ya había empezado la aventura y "la maldición de los billetes nuevos de 5€ y las máquinas", ya que no nos los admitía... pero ni esos, ni de 20€, así que ,o monedas, o fiesta.
Aquí va el planning que seguimos:
Día 1:Lisboa a pie.
Una vez que llegamos al albergue, como era demasiado pronto y la habitación no estaba preparada aún, dejamos las maletas en consigna y nos fuimos a indagar los alrededores.
La verdad es que al llegar no nos hizo muy buen tiempo, llovió incluso, pero a medida que iba pasando el día, la cosa mejoró.
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Justo en la puerta del albergue estaba la parada de metro de Picoas, que comunicaba a unos 10 minutos con el centro de Lisboa. Nosotros decidimos ir andando, bajamos toda la avenida Fontes Pereira hasta la Plaza del Marqués de Pombal, centro moderno.
Visitamos el parque Eduardo VII, que es el más extenso de Lisboa, fotos obligatorias y continuamos la visita.
Seguimos bajando la Avenida de la Libertad, en la que encontramos edificios del siglo XIX y cafés, monumentos y terrazas, hasta llegar a la Plaza de los Restauradores.
Plaza de los Restauradores |
Plaza de los Restauradores |
Según avanzamos nos encontramos con otra plaza importante, la del Rossio. Existente desde el siglo XIII es una de las más animadas de la ciudad. Alrededor de ella encontramos muchos restaurantes y cafeterías, y de las calles que salen de ésta,muchas tiendas.
Plaza del Rossio |
Baixa |
De la Plaza del Rossio llegamos a la de Figueira, y de ésta a través de la Rua Augusta y de un Arco del Triunfo (que nosotros no pudimos ver porque estaba en obras) llegamos a la Plaza del Comercio, la más grande de todo Lisboa, construida donde estuvo antiguamente el Palacio Real antes de ser destruido por el terremoto de 1755.
Plaza del Comercio |
Un buen sitio para ser fotografiado...
En este paseo descubrimos un lugar muy chulo y bonito, que pasó a ser el "rincón favorito de Lisboa de Víctor" : el mirador de Santa Lucía.
Desde este mirador hay una buenísima panorámica del barrio de Alfama y del río Tajo. Las vistas son geniales, de hecho siempre suele haber pintores en la zona para dejar inmortalizado el paisaje.
Después de estar en este lugar un rato y hacer las fotos necesarias ya pusimos rumbo al centro para buscar un sitio en el que cenar y no volver muy tarde al albergue, ya llevábamos muchas horas en pie. Bajamos hasta la Plaza del Rossio y allí cenamos.
Recordar este momento porque Víctor tuvo (yo creo) la conversación más absurda con la dependienta que jamás imaginó. Todo un experto en Fanta-Sumol.
La verdad es que no hicimos ningún esfuerzo con el portugués, cuando queríamos hacer el intento alargábamos las palabras o parecíamos cansados y listo!
Buen caminito hasta que llegamos al albergue, asignación de camas y turnos de ducha. Aquí según las marquesas Teresa y Lucía, ajam ajam, preguntadle a Víctor. Este día caimos muertos en la cama, despertador y en unas horas otra vez en pie.
Si te toca la cama de arriba de una litera ¿Quién narices duerme con el brazo colgando? Pregunto eh...
Día 2: Belém, Jerónimos, Castillo de San Jorge y Barrio Alto.
Prontito en pie y a desayunar. La verdad es que el albergue en general estaba muy bien, la habitación, el desayuno, todo. Y nos salió prácticamente tirado de precio, 15 € la noche.
Bajamos al metro y esta vez sacamos el abono diario, nos costó 6€ y sirve desde que picas la primera vez hasta 24h después en todo el metro, tranvías, autobuses y elevadores. Este día teníamos que amortizarlo, empezamos!
Fuimos en metro hasta Cais do Sodré con la intención de subirnos al tren para ir a Belém, pero abortamos misión y decidimos ir en tranvía, total, tampoco se tardaba tanto.
Luego, fuimos andando desde aquí hasta la Torre de Belém, que aparentemente están cerca pero no, hay un paseito muy majo. Antes de llegar nos acercamos a ver el Monumento a los Descubridores que conmemora el 500 aniversario de uno de los grandes descubridores de Portugal, el infante Henrique el Navegante, descubridor de Madeira, Las Azores y Cabo Verde.
Monumento a los Descubridores |
El puente 25 Abril mide 2.277 metros de longitud, siendo el puente colgante más largo de Europa. Por su similitud y por haber sido fabricado por la misma empresa, a menudo se le compara con el Golden Gate de San Francisco.
Torre de Belém |
Está situada en la desembocadura del Tajo e inicialmente sirvió para la defensa de la ciudad, posteriormente se convirtió en centro aduanero y faro. Tiene cinco pisos y termina en una terraza. Las plantas se comunican únicamente por una pequeña escalera (con semáforo señalizando cuándo se puede subir y cúando bajar).
En la fachada oeste se encuentra una pequeña gárgola de un rinoceronte, ya que el primer rinoceronte que pisó Portugal llegó de la india en 1513.


Una vez que acabamos de comer y de nuestra sobremesa (algo obligatorio), con el kebap ya preparado, nos acercamos a la Pastelería más famosa de Lisboa, donde se fabrican los conocidos pastelillos de Belém.
Y al final, entre unas cosas y otras, nos vinimos sin probarlos! :'(

já, pero llegamos !
Parece que no, pero es un señor Castillo, nos llevó su tiempo patearlo entero, eh? Además, al ser estudiantes la entrada nos salió más barata, 4€ si no recuerdo mal.
El Castillo de San Jorge sobresale en la cima de la colina de San Jorge, la más alta de Lisboa. Fue construido en el siglo V por los visigodos, agrandado por los árabes en el siglo IX y modificado durante el reinado de Alfonso Enriquez. Su período de máximo esplendor se extendió desde mediados del siglo XIII hasta principios del XVI, época en la que el castillo estuvo ocupado por los reyes de Portugal.
Una vez que acabamos de verlo todo, salimos del Castillo y en la parada del autobús nos apalancamos (donde vimos a Rafael, el mismo bebé del aeropuerto, casualidades).
Aún no sabíamos lo que íbamos a vivir cuando llegase el autobús... creo que fue el mejor y más divertido viaje que jamás tendremos en un bus. Eso parecía el Parque de Atracciones, un autobús enano, por callejuelas, suelo de piedra y a toda leche, ¿qué más queríamos? Qué gran momento!
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El Elevador de Santa Justa es una de las formas más rápidas de llegar de La Baixa al Barrio Alto. Al igual que los tranvías, no es sólo un medio de transporte sino que se ha convertido en una atracción turística.Como medio de transporte el elevador abrió sus puertas al público el 10 de julio de 1902 con el nombre de Elevador do Carmo.
A partir de este momento nuestro único objetivo era ir al Barrio Alto a cenar, a ver qué ambiente había por allí. Pero antes no nos podíamos ir sin probar el famoso licor de cereza de Ginjinha (¿a que suena a una cosa rica? Va...). Yo no sé cuántos grados tenía eso, sólo que nos ardía el esófago, y directamente pongo la foto que lo dice todo:
Una vez recuperadas de este mal trago, pero divertido eso sí ya pusimos rumbo al Barrio Alto, en metro. Allí callejeamos un poco y cenamos, y luego seguimos indagando.
Teníamos que coger el tranvía 28, sí o sí. Famoso tranvía histórico que recorre los barrios más importantes de Lisboa.
Nuestro trayecto en él fue absurdo, pero.. en todo viaje tiene que haber anécdotas que contar. Y ésta es una. No estábamos ya muy finos a esas horas con los transportes que teníamos que coger.
Después de intentar ubicarnos fallidamente sin encontrarnos en el mapa, volvimos sobre nuestros pasos hasta que nos situamos bien en el Chiado/ Barrio Alto.
El Chiado es un barrio elegante y bohemio conocido como el "Montmartre" de Lisboa, mientras que el Barrio Alto representa la Lisboa alternativa, y mejor lugar donde escuchar fados (música típica portuguesa), repleto de restaurantes y garitos. Dado que Teresa quería ver el partido de baloncesto (todavía me pregunto por qué te hacemos tanto caso...) entramos a un garito y nos pedimos la Caipirihna más asquerosa que jamás hemos probado, pero a esas horas ya sólo nos podíamos reir. Y eso hicimos.
Ya después de esto, cansados de estar todo el día pateándonos la ciudad, sólo nos quedaba volver al albergue y dormir.
Día 3: Sintra y Cascais.
El tercer día ya tocaba dejar Lisboa e irnos a dos ciudades que estaban cerca, Sintra en la montaña y Cascais en el mar.
Empezamos la ruta llegando a la estación de trenes Cais do Sodré, ahí compramos un billete combinado que nos costó 12€ y que incluía el viaje en tren Lisboa-Sintra, el bus turístico 434 que recorre Sintra, el bus Sintra-Cascais y el tren Cascais-Lisboa.
Nos tuvimos que ver las caras con qué línea de tren coger, hacer trasbordo y demás historias, pero llegamos a Sintra prontito y subimos directamente a la montaña, nuestro objetivo era visitar el Palacio de Pena, el más llamativo de la ciudad.
Este Palacio es considerado Patrimonio de la Humanidad. Se trata de una edificación de estilo romántico y una de las residencias principales de la familia real portuguesa durante el siglo XIX.
De todos los palacios/castillos que he podido visitar, éste sin duda es el que más me gusta. Los colores de sus fachadas lo hacen distinto a los demás.
La entrada al Palacio y a los Jardines (que es tooooooooda la montaña) es algo cara, pero merece mucho la pena coger la entrada completa y poder verlo todo.
Es Lucía, por si no se ve... |
Cuando acabamos de ver el Palacio empezamos la ruta por los Jardines, mapa en mano, claro, ya que aquella zona tentaba a que nos perdiéramos...
Nos gustó mucho toda la zona del palacio, enormes jardines que parecen el escenario de una película.
De aquí bajamos al centro de la ciudad ("el autobús que para ahí, baja?"), comimos y estuvimos paseando por las calles. Ah, una cosa que jamás entenderemos es dónde está el boomerang que vimos en una tienda y que no volvimos a ver jamás, pero aún así, estando seguros de que no lo habíamos visto en toda la calle, decidimos subir y bajar la calle..umm...cuántas veces? 4? 5? Una locura y un misterio sin resolver...

Desde su origen como aldea de pescadores, Cascais ha evolucionado hasta convertirse en una de las zonas más visitadas desde finales del siglo XIX, siendo el sitio de descanso preferido de la realeza, o más tarde como zona de veraneo de la clase alta portuguesa.
Nosotros llegamos y estuvimos dando un paseo por las callecitas principales, llenas de restaurantes, y luego decidimos ir a la playa a pasar lo que nos quedaba de tarde.
Hicimos tiempo hasta la hora de cenar. Nuestra última cena del viaje, por lo que decidimos dejar la comida basura y cenar bien, en condiciones, en restaurante típico.
Aquí empieza, lo que podemos titular como "Cena en Siberia". Ideas fantásticas de última hora de cenar en la terraza del restaurante cuando no sabíamos que en breves empezaría a hacer un frío muy rico. Allí estábamos nosotros tan campechanos, y la gente arropada con mantas, acordaos, acordaos. Resumimos la cena en: sardinas asadas, pasta, frío, camarero Karev y muchas risas.
Después de cenar, la sobremesa y todo eso fuimos yendo a la estación de trenes porque ya se nos había hecho algo tarde y aún teníamos una hora aprox. en tren hasta Lisboa, y luego teníamos que coger el metro. Vivimos un momento de pánico en la estación, porque de verdad, hacía mucho frío y nuestras cazadoras y pantalones perennes que nos han acompañado durante todos estos 4 días ya no daban más de sí los pobres...
Trayecto en tren algo largo, llegamos al metro. Metro+cansancio= mal, así nos pasó, que nos equivocamos de dirección y tuvimos que recular y volver sobre nuestros pasos (otra vez). Y por fin al albergue, dejamos las maletas ya hechas ya que nos íbamos al día siguiente.
Día 4: Parque de las Naciones.
Últimas horas en Lisboa. Bajamos pronto a desayunar para aprovechar la mañana ya que el avión salía sobre las 3 de la tarde. Nos cogimos el metro y fuimos a visitar el Parque de las Naciones. Edificios modernos de oficinas y siempre enfrente, el río.
Solamente estuvimos un par de horas allí haciendo tiempo y visitando la zona para coger luego el metro y al aeropuerto para volver a casa.
Y así es como acaba nuestro viaje a Lisboa. Fueron pocos días, pero muy intensos y sobretodo, muy buenos :)
El primer viaje de (espero) muchos más, Vic y sus Mozas por el mundo tiene que seguir al pie del cañón. Ahí queda eso. Ya tenemos algún que otro destino pensado...
Bye!