La vida es ese periodo de tiempo que transcurre entre que recuerdas tu último viaje y preparas el siguiente.












viernes, 20 de septiembre de 2013

Vuelta a la capital lusa.

Después de varios intentos de viajes y escapadas fallidas, este año lo conseguimos. Fue el último día de clase cuando vimos que teníamos unos días libres, no tuvimos que hablar mucho más, fue llegar a casa, mirar vuelos y elegir el alojamiento. A veces, los planes más inesperados y que menos se piensan, son los que se acaban haciendo, y así fue. Víctor, Teresa, Lucía y yo nos íbamos (por fin) a Lisboa, o lo que es lo mismo, "Vic y sus mozas" empezaban así sus vacaciones.

Elegimos este destino por varios motivos: estábamos a un mes escaso para poder hacer el viaje, eran pocos días los que teníamos (solamente 4), por lo que iba a ser un viaje algo "express" y fue uno de los destinos que mejor encontramos de precio. No hubo que decidir más.
Cogimos el vuelo con EasyJet ya que nos salió bien de precio pese a haberlo reservado con poco tiempo de antelación. 
En cuanto al alojamiento, estuvimos en un albergue juvenil, habitación para nosotros solos y desayuno incluido, y lo más importante, barato. Ya no necesitábamos más, el 18 de junio pisaríamos suelo lisboeta.


Recién llegados
Después del madrugón que nos pegamos para ir al aeropuerto de Barajas (bajo mi petición, he de reconocerlo) en una hora escasa llegamos a nuestro destino, con sus turbulencias, un día algo lluvioso (no estuvimos muy finos con el tiempo) y su hora de menos. 
Bajamos del avión en... la pista, en "Lisboaaaaaaaaa" y tuvimos que coger un autobús que nos llevó a la terminal del aeropuerto. Sólo decir de este trayecto que estábamos deseando llegar a un baño para lavarnos las manos de lo pegajosas que estaban las barras para agarrarse ... 
El Aeropuerto Internacional de Lisboa, llamado también de Portela se localiza a solo 7 kilómetros del centro de la ciudad y es uno de los mayores aeropuertos del sur del continente europeo y el más grande de Portugal. Tiene muy buena comunicación, ya sea en autobús o en metro, con el centro. Nosotros hasta el albergue (Picoas) tardaríamos unos 20 minutos, no más. 
Bueno, antes de montarnos en el metro, ya había empezado la aventura y "la maldición de los billetes nuevos de 5€ y las máquinas", ya que no nos los admitía... pero ni esos, ni de 20€, así que ,o monedas, o fiesta.


Para usar el transporte público en Lisboa nosotros nos cogimos una tarjeta recargable (es lo más recomendable) que se llama  "Tarjeta Viva Viagem" y que cuesta 50 céntimos, y que cuidamos como si fuera nuestro hijo. Una vez que la compramos (máquinas del metro) la íbamos cargando de viajes según lo que fuéramos a utilizarlo. El viaje de metro sencillo eran 1.40€ y no tiene ninguna complicación, son sólo 4 líneas de metro, y junto con el tren, es una ciudad muy bien comunicada por ejemplo con ciudades cercanas.

Aquí va el planning que seguimos:

Día 1:Lisboa a pie.
Una vez que llegamos al albergue, como era demasiado pronto y la habitación no estaba preparada aún, dejamos las maletas en consigna y nos fuimos a indagar los alrededores. 
La verdad es que al llegar no nos hizo muy buen tiempo, llovió incluso, pero a medida que iba pasando el día, la cosa mejoró.
Después de las fotos de rigor de Víctor a los edificios con graffitis, localizamos un Pizza Hut que deseábamos pisar cuanto antes porque desfallecíamos de hambre. Así que volvimos al albergue, dejamos las maletas, nos acoplamos un poco en la habitación, le pedimos unos 24 mapas al de recepción (¬¬) y ya sí que sí, empezábamos la ruta, después de comer, claro.
Justo en la puerta del albergue estaba la parada de metro de Picoas, que comunicaba a unos 10 minutos con el centro de Lisboa. Nosotros decidimos ir andando, bajamos toda la avenida Fontes Pereira hasta la Plaza del Marqués de Pombal, centro moderno. 


Esta plaza está situada junto al Parque Eduardo VII, al final de la Avenida da la Libertad. Justo en el centro hay un monumento al Marqués de Pombal, gobernador de Lisboa entre 1750 y 1755. Los edificios que rodean la plaza son las sedes de importantes empresas, los principales bancos portugueses y grandes hoteles.
Visitamos el parque Eduardo VII, que es el más extenso de Lisboa, fotos obligatorias y continuamos la visita. 
Seguimos bajando la Avenida de la Libertad, en la que encontramos edificios del siglo XIX y cafés, monumentos y terrazas, hasta llegar a la Plaza de los Restauradores.


Plaza de los Restauradores

Plaza de los Restauradores
Esta plaza es conocida por este nombre en honor a los que en 1640 se rebelaron contra la dominación española y en cuyo centro se encuentra un obelisco que conmemora este acontecimiento.
Según avanzamos nos encontramos con otra plaza importante, la del Rossio. Existente desde el siglo XIII es una de las más animadas de la ciudad. Alrededor de ella encontramos muchos restaurantes y cafeterías, y de las calles que salen de ésta,muchas tiendas.

Plaza del Rossio
En la Plaza del Rossio, oficialmente llamada Plaza Don Pedro IV encontramos la estatua de D. Pedro IV también conocido como el Rey Soldado, el Teatro Nacional Doña María II que en 1842 sustituyó al antiguo Palacio Estaus, sede de la inquisición portuguesa, la estación de trenes de Rossio y el Café Nicola, el café más famoso de la ciudad.
Baixa
Nos dimos un buen paseo este día (todavía había que volver andando al albergue, ojo cuidao!) pero seguimos hacia abajo callejeando por este barrio, el barrio de la Baixa hasta toparnos con el río Tajo. 

De la Plaza del Rossio llegamos a la de Figueira, y de ésta a través de la Rua Augusta y de un Arco del Triunfo (que nosotros no pudimos ver porque estaba en obras) llegamos a la Plaza del Comercio, la más grande de todo Lisboa, construida donde estuvo antiguamente el Palacio Real antes de ser destruido por el terremoto de 1755.
Plaza del Comercio

 Y aquí ya hicimos una parada técnica para descansar frente al río...y para "reflexionar sobre la vida" , véase:



Un buen sitio para ser fotografiado...





Ahora toca ir hacia el barrio de Alfama, al este. Seguimos andando, todo el rato con el río a nuestra derecha. Nos metemos por unas callecillas hasta llegar a la Catedral de Lisboa, que es la más antigua e importante de la ciudad ya que data del siglo XII.No sé si nos acordamos mucho de la Catedral en sí, yo creo que más bien de la fuente que había justo enfrente ¿por qué no hay fuentes en Lisboa? , ¿la gente no bebe? ... ¬¬

En este paseo descubrimos un lugar muy chulo y bonito, que pasó a ser el "rincón favorito de Lisboa de Víctor" : el mirador de Santa Lucía.
Desde este mirador hay una buenísima panorámica del barrio de Alfama y del río Tajo. Las vistas son geniales, de hecho siempre suele haber pintores en la zona para dejar inmortalizado el paisaje.



Después de estar en este lugar un rato y hacer las fotos necesarias ya pusimos rumbo al centro para buscar un sitio en el que cenar y no volver muy tarde al albergue, ya llevábamos muchas horas en pie. Bajamos hasta la Plaza del Rossio y allí cenamos.
Recordar este momento porque Víctor tuvo (yo creo) la conversación más absurda con la dependienta que jamás imaginó. Todo un experto en Fanta-Sumol.
La verdad es que no hicimos ningún esfuerzo con el portugués, cuando queríamos hacer el intento alargábamos las palabras o parecíamos cansados y listo!
Buen caminito hasta que llegamos al albergue, asignación de camas y turnos de ducha. Aquí según las marquesas Teresa y Lucía, ajam ajam, preguntadle a Víctor. Este día caimos muertos en la cama, despertador y en unas horas otra vez en pie.
Si te toca la cama de arriba de una litera ¿Quién narices duerme con el brazo colgando? Pregunto eh...

Día 2: Belém, Jerónimos, Castillo de San Jorge y Barrio Alto.
Prontito en pie y a desayunar. La verdad es que el albergue en general estaba muy bien, la habitación, el desayuno, todo. Y nos salió prácticamente tirado de precio, 15 € la noche.
Bajamos al metro y esta vez sacamos el abono diario, nos costó 6€ y sirve desde que picas la primera vez hasta 24h después en todo el metro, tranvías, autobuses y elevadores. Este día teníamos que amortizarlo, empezamos!
Fuimos en metro hasta Cais do Sodré con la intención de subirnos al tren para ir a Belém, pero abortamos misión y decidimos ir en tranvía, total, tampoco se tardaba tanto.

Un vez que llegamos lo primero que visitamos fue el Monasterio de los Jerónimos, enooooooorme. En 1983 fue declarado Patrimonio de la Humanidad. El estilo predominante del monasterio es el manuelino y se construyó para celebrar el regreso de la India de Vasco de Gama. Entrar a la iglesia es gratis, donde se encuentran las tumbas de Vasco de Gama y de Luis de Camões, eso hicimos.
Luego, fuimos andando desde aquí hasta la Torre de Belém, que aparentemente están cerca pero no, hay un paseito muy majo. Antes de llegar nos acercamos a ver el Monumento a los Descubridores que conmemora el 500 aniversario de uno de los grandes descubridores de Portugal, el infante Henrique el Navegante, descubridor de Madeira, Las Azores y Cabo Verde.

Monumento a los Descubridores
Desde este lugar, las vistas del río Tajo, del "mini" Cristo Redentor y del puente 25 de Abril, son increíbles.



El puente 25 Abril mide 2.277 metros de longitud, siendo el puente colgante más largo de Europa. Por su similitud y por haber sido fabricado por la misma empresa, a menudo se le compara con el Golden Gate de San Francisco.

Nuestra próxima para fue la Torre de Belém, subir nos costó 5€. Esta torre fue construida entre 1515 y 1519, y en 1983 fue también declarada Patrimonio de la Humanidad.



Torre de Belém
Está situada en la desembocadura del Tajo e inicialmente sirvió para la defensa de la ciudad, posteriormente se convirtió en centro aduanero y faro. Tiene cinco pisos y termina en una terraza. Las plantas se comunican únicamente por una pequeña escalera (con semáforo señalizando cuándo se puede subir y cúando bajar).

En la fachada oeste se encuentra una pequeña gárgola de un rinoceronte, ya que el primer rinoceronte que pisó Portugal llegó de la india en 1513.

Bueno, cuando bajamos de la torre era ya la hora de comer (bueno, horario europeo, serían las 12 o así, poco más), así que decidimos comer por la zona, en el barrio de Belém. Al ser zona turística, no tuvimos problemas para encontrar lugares, ya que estaba toda esa zona repleta de restaurantes. Nos decantamos por comer en el kebap (o kebab, ajam). 
¿Cómo es posible que seamos 4, pidamos 4 menús y nos den 5? Va, pues eso nos pasó. Al principio nos pareció una maravillosa idea tener un menú de más, "para merendar", decíamos. Inocentes. Al terminar de comer, decidimos pedir que nos lo envolvieran y llevárnoslo. Creo que ha sido el kebap que más ha viajado, porque otra cosa no, pero pasearlo, lo paseamos bien, bueno, Víctor.


Una vez que acabamos de comer y de nuestra sobremesa (algo obligatorio), con el kebap ya preparado, nos acercamos a la Pastelería más famosa de Lisboa, donde se fabrican los conocidos pastelillos de Belém.
Y al final, entre unas cosas y otras, nos vinimos sin probarlos! :'(
Cómo puse antes, este día teníamos el abono diario, así que hicimos buen uso de él. Nos volvimos a coger el tranvía y el metro para ir al Barrio de Alfama, e inocentes de nosotros que creíamos que el castillo estaba "cerca", empezamos a indagar cómo llegar, escaleras, escaleras, escaleras y más escaleras es lo único que puedo decir de este paseo ... 


já, pero llegamos !



Sin lugar a dudas, las mejores vistas panorámicas de toda la ciudad de Lisboa se tienen desde las torres del Castillo de San Jorge. Una pasada! Y un buen lugar para tener uno su residencia, no Víctor? Vote Víctor for president! 
Parece que no, pero es un señor Castillo, nos llevó su tiempo patearlo entero, eh? Además, al ser estudiantes la entrada nos salió más barata, 4€ si no recuerdo mal.
El Castillo de San Jorge sobresale en la cima de la colina de San Jorge, la más alta de Lisboa. Fue construido en el siglo V por los visigodos, agrandado por los árabes en el siglo IX y modificado durante el reinado de Alfonso Enriquez. Su período de máximo esplendor se extendió desde mediados del siglo XIII hasta principios del XVI, época en la que el castillo estuvo ocupado por los reyes de Portugal.

Una vez que acabamos de verlo todo, salimos del Castillo y en la parada del autobús nos apalancamos (donde vimos a Rafael, el mismo bebé del aeropuerto, casualidades). 
Aún no sabíamos lo que íbamos a vivir cuando llegase el autobús... creo que fue el mejor y más divertido viaje que jamás tendremos en un bus. Eso parecía el Parque de Atracciones, un autobús enano, por callejuelas, suelo de piedra y a toda leche, ¿qué más queríamos? Qué gran momento!
Nos bajamos en la Plaza del Rossio y fuimos andando hasta el elevador de Santa Justa (hay que aprovechar el abono diario, recordad). Y menos mal que lo teníamos ya pagado, sino no hubiera merecido la pena ni subir, no es gran cosa, ni las vistas son algo del otro mundo.
El Elevador de Santa Justa es una de las formas más rápidas de llegar de La Baixa al Barrio Alto. Al igual que los tranvías, no es sólo un medio de transporte sino que se ha convertido en una atracción turística.Como medio de transporte el elevador abrió sus puertas al público el 10 de julio de 1902 con el nombre de Elevador do Carmo
A partir de este momento nuestro único objetivo era ir al Barrio Alto a cenar, a ver qué ambiente había por allí. Pero antes no nos podíamos ir sin probar el famoso licor de cereza de Ginjinha (¿a que suena a una cosa rica? Va...). Yo no sé cuántos grados tenía eso, sólo que nos ardía el esófago, y directamente pongo la foto que lo dice todo:
Una vez recuperadas de este mal trago, pero divertido eso sí ya pusimos rumbo al Barrio Alto, en metro. Allí callejeamos un poco y cenamos, y luego seguimos indagando.
Teníamos que coger el tranvía 28, sí o sí. Famoso tranvía histórico que recorre los barrios más importantes de Lisboa.
Nuestro trayecto en él fue absurdo, pero.. en todo viaje tiene que haber anécdotas que contar. Y ésta es una. No estábamos ya muy finos a esas horas con los transportes que teníamos que coger.
Después de intentar ubicarnos fallidamente sin encontrarnos en el mapa, volvimos sobre nuestros pasos hasta que nos situamos bien en el Chiado/ Barrio Alto.
El Chiado es un barrio elegante y bohemio conocido como el "Montmartre" de Lisboa, mientras que el Barrio Alto representa la Lisboa alternativa, y mejor lugar donde escuchar fados (música típica portuguesa), repleto de restaurantes y garitos. Dado que Teresa quería ver el partido de baloncesto (todavía me pregunto por qué te hacemos tanto caso...) entramos a un garito y nos pedimos la Caipirihna más asquerosa que jamás hemos probado, pero a esas horas ya sólo nos podíamos reir. Y eso hicimos.
Ya después de esto, cansados de estar todo el día pateándonos la ciudad, sólo nos quedaba volver al albergue y dormir.


Día 3: Sintra y Cascais.
El tercer día ya tocaba dejar Lisboa e irnos a dos ciudades que estaban cerca, Sintra en la montaña y Cascais en el mar.
Empezamos la ruta llegando a la estación de trenes Cais do Sodré, ahí compramos un billete combinado que nos costó 12€ y que incluía el viaje en tren Lisboa-Sintra, el bus turístico 434 que recorre Sintra, el bus Sintra-Cascais y el tren Cascais-Lisboa. 
Nos tuvimos que ver las caras con qué línea de tren coger, hacer trasbordo y demás historias, pero llegamos a Sintra prontito y subimos directamente a la montaña, nuestro objetivo era visitar el Palacio de Pena, el más llamativo de la ciudad.
Este Palacio es considerado Patrimonio de la Humanidad. Se trata de una edificación de estilo romántico y una de las residencias principales de la familia real portuguesa durante el siglo XIX.
De todos los palacios/castillos que he podido visitar, éste sin duda es el que más me gusta. Los colores de sus fachadas lo hacen distinto a los demás.

La entrada al Palacio y a los Jardines (que es tooooooooda la montaña) es algo cara, pero merece mucho la pena coger la entrada completa y poder verlo todo.
Es Lucía, por si no se ve...
Nosotros lo pateamos entero, todas las torres, todas las salas...Se le llama Palacio de Pena pero nosotros lo acabamos llamando el "Castillo del terror", ya que mientras estábamos pasando por las torres, el viento que hacía no era normal, increíble,eh? Bueno, esta foto lo dice todo ... 
Cuando acabamos de ver el Palacio empezamos la ruta por los Jardines, mapa en mano, claro, ya que aquella zona tentaba a que nos perdiéramos...



Nos gustó mucho toda la zona del palacio, enormes jardines que parecen el escenario de una película.
De aquí bajamos al centro de la ciudad ("el autobús que para ahí, baja?"), comimos y estuvimos paseando por las calles. Ah, una cosa que jamás entenderemos es dónde está el boomerang que vimos en una tienda y que no volvimos a ver jamás, pero aún así, estando seguros de que no lo habíamos visto en toda la calle, decidimos subir y bajar la calle..umm...cuántas veces? 4? 5? Una locura y un misterio sin resolver...
También hay que recordar aquí a los chicos que tocaban en medio de la calle con una trompetita de plástico, un teclado y un par de cajas, geniales!Lo próximo que hicimos fue bajar a la parada del bus a esperar al que iba a Cascais...ahí nuestros espíritus, después de un buen rato esperando...llegó,llegó...El viaje a Cascais sería de unos 45 minutos, dejamos la montaña para pasar a la playa.
Desde su origen como aldea de pescadores, Cascais ha evolucionado hasta convertirse en una de las zonas más visitadas desde finales del siglo XIX, siendo el sitio de descanso preferido de la realeza, o más tarde como zona de veraneo de la clase alta portuguesa.
Nosotros llegamos y estuvimos dando un paseo por las callecitas principales, llenas de restaurantes, y luego decidimos ir a la playa a pasar lo que nos quedaba de tarde.



Hicimos tiempo hasta la hora de cenar. Nuestra última cena del viaje, por lo que decidimos dejar la comida basura y cenar bien, en condiciones, en restaurante típico. 
Aquí empieza, lo que podemos titular como "Cena en Siberia". Ideas fantásticas de última hora de cenar en la terraza del restaurante cuando no sabíamos que en breves empezaría a hacer un frío muy rico. Allí estábamos nosotros tan campechanos, y la gente arropada con mantas, acordaos, acordaos. Resumimos la cena en: sardinas asadas, pasta, frío, camarero Karev y muchas risas.
Después de cenar, la sobremesa y todo eso fuimos yendo a la estación de trenes porque ya se nos había hecho algo tarde y aún teníamos una hora aprox. en tren hasta Lisboa, y luego teníamos que coger el metro. Vivimos un momento de pánico en la estación, porque de verdad, hacía mucho frío y nuestras cazadoras y pantalones perennes que nos han acompañado durante todos estos 4 días ya no daban más de sí los pobres...
Trayecto en tren algo largo, llegamos al metro. Metro+cansancio= mal, así nos pasó, que nos equivocamos de dirección y tuvimos que recular y volver sobre nuestros pasos (otra vez). Y por fin al albergue, dejamos las maletas ya hechas ya que nos íbamos al día siguiente.

Día 4: Parque de las Naciones.
Últimas horas en Lisboa. Bajamos pronto a desayunar para aprovechar la mañana ya que el avión salía sobre las 3 de la tarde. Nos cogimos el metro y fuimos a visitar el Parque de las Naciones. Edificios modernos de oficinas y siempre enfrente, el río. 
Solamente estuvimos un par de horas allí haciendo tiempo y visitando la zona para coger luego el metro y al aeropuerto para volver a casa.

Y así es como acaba nuestro viaje a Lisboa. Fueron pocos días, pero muy intensos y sobretodo, muy buenos :)
El primer viaje de (espero) muchos más, Vic y sus Mozas por el mundo tiene que seguir al pie del cañón. Ahí queda eso. Ya tenemos algún que otro destino pensado... 

Bye!

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